El Alianza vs. Cristal no tiene garantías ni en Lima ni en Trujillo, y Burga se marchó al sorteo de la Copa LibertadoresYo no tengo que darle explicaciones a nadie de por qué me voy de viaje. Si me voy por mi cuenta, se las doy a mi familia, y si me voy por la federación, se las doy al directorio de la FPF”. Eso me espetóManuel Burga el 2009, la última vez que indagué sobre sus innumerables viajes.
Hoy, cuando la organización de un partido definitorio del fútbol peruano es más sofocante y traumático que el caos en Evitamiento en hora pico, Manuel Burga yace sentado en un cómodo sillón de la Conmebol en Paraguay, con saco y corbata, botella de agua en mesa y bajo un fresquito aire acondicionado, mientras mira el sorteo de la Libertadores.
Burga, hoy en la Conmebol.
Por contraste, ni en Lima, ni en Trujillo se dan las garantías para el Alianza Lima vs. Sporting Cristal para definir al campeón del Torneo Clausura. Es cierto, la primera responsabilidad es de la asociación de fútbol profesional (ADFP) por su falta de previsión, pero el mandamás de nuestro balompié casi nunca está en los momentos críticos para encontrar soluciones.
El 2003, en la primera huelga del fútbol peruano, Manuel Burga tomó un avión a un evento en Zúrich con su tarjeta ‘all inclusive’ —cortesía de la FIFA— sin detenerse en el infierno que se vivía en Lima, Callao y todo el Perú. También voló a Suiza el 2012, horas después del anuncio de tres clubes-modelo de irse del fútbol, entre ellos la Universidad San Martín. Dejó todo el negocio futbolístico sumergido en el hoyo más profundo de su historia.
Y esta vez no es la excepción. Se dice que hoy Manuel Burga podría recibir un cargo importante durante la reunión del Comité Ejecutivo en la Conmebol, por eso su apuro en viajar a Luque. Qué importa que el fútbol peruano continúe siendo un verdadero desastre. Burga está en Paraguay desde el 29 de noviembre y por su cabeza no debe pasar, ni por error, regresar de inmediato al país.
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