Museo Municipal Huaca Malena
El Museo Municipal Huaca
Malena cuenta con una sala de exposición y gabinetes. La museografía
fue diseñada por Brunella Scavia, Luis Repetto y Rodolfo Vera de ICOM
Perú. El museo fue inaugurado el 24 de junio del año 2001 con la
presencia de destacadas personalidades siendo sus padrinos la Doctora
María Rostworowski y el Dr. Luis Repetto Málaga.
La exposición está orientada a dar a conocer los
principales hallazgos encontrados en Huaca Malena y presentar los
tejidos más destacados recuperados gracias al programa "Adopte un
Textil".
La conservación de los tejidos
de Huaca Malena ha sido posible gracias al apoyo voluntario de
instituciones, personas naturales y en especial estudiantes de los
colegios Franco Peruano, San Silvestre y Capilla de Asia, quienes han
auspiciado los trabajos de restauración de estos textiles a través
del Programa “Adopte un Textil” que promueve el Comité Peruano del
Consejo Internacional de Museos (ICOM – Perú).
El Museo Huaca Malena también
ha realizado algunas publicaciones denominadas Cuadernos del
Patrimonio Cultural, en el que se desarrolla contenidos culturales y
arqueológicos del valle de Asia.
Sitio Arqueológico Huaca Malena
Huaca Malena (700-1,100 d.C.),
es un edificio construido con adobes hemicilíndricos elaborados a
mano que se eleva a seis plataformas, y que tuvo dos etapas
principales de ocupación. Primero sirvió como centro ceremonial y
administrativo en el periodo final de los Desarrollos Regionales, es
decir, en sus inicios fue un monumento religioso local contemporáneo a
la cultura Moche en la costa norte y también a la cultura Nasca en
el sur.
Después de perder importancia
política en el valle, pasó al abandono cuando corría el siglo V, y
entonces los Wari se hicieron dueños de la parte superior del
complejo y finalmente los Incas lo convirtieron en un gran
cementerio. Fréderic-André Engel cuando estuvo por este valle en
1959 le dio un fechado radiocarbónico de de 950 años después de
Cristo. Hoy es el centro de las investigaciones arqueológicas que ha
reportado unos 4 mil tejidos Wari, convirtiéndolo en el sitio con
mayor cantidad de ejemplares en la costa del país.
Malena es una huaca artificial
que se encuentra asentada sobre una gran roca madre. Si bien no se
sabe a qué se debe el nombre de Malena, se sigue la hipótesis de que
proviene de la expresión “malera” por las evidencias de haberse
realizado prácticas de hechicería y espacios ocultos, encontrándose
sepulturas de llamas jóvenes cubiertas con una capa de espinas de
guarango, estacas y matecitos con hojas de coca. Es lo que el ilustre
médico e investigador peruano, Fernando Cabieses, dijo una vez que
los brujos encontraron en Huaca Malena, el lugar ideal para concretar
sus ritos védicos.
Las primeras investigaciones
se remontan a 1925, cuando el padre de la arqueología peruana Julio
C. Tello, acompañado de su discípulo Toribio Mejía Xesspe, excavaron
en Huaca Malena y de sus plataformas superiores recuperaron 309
fardos funerarios que fueron entregados al Museo Nacional de
Antropología y Arqueología. Ellos, a partir del hallazgo, le
asignaron al sitio una ocupación Wari y a las tumbas una presencia
Inca.
El Quipu de Asia
Si no se hubiera encontrado el
Quipu Inca, no se tendría la suficiente información para documentar
la ocupación Inca en este valle. Según las investigaciones
preliminares del arqueólogo Alejo Rojas Leiva -especialista en quipus
de la Universidad Nacional Federico Villarreal- sostiene que el valle
se constituía de 8,800 habitantes y que cada familia la conformaba
cinco personas. Al hacer la lectura del quipu de Asia, revela que del
total de la población, se estima habían 500 mineros, 500 tejedores,
250 artesanos, 250 soldados, 13 pastores, y 13 productores, lo que en
buena cuenta sumaban 1,776 tributarios.
La interpretación de Rojas se
basa en los testimonios de quipucamayocs (incas especializados en
quipus) confesados a los conquistadores españoles que el quipu (nudo
en quechua) servía para guardar datos estadísticos relacionados con
los censos poblacionales, tributos, cantidades de productos
agropecuarios, trabajos en las llamadas mitas.
Como se sabe, los incas se
asentaron en este valle, y de aquel dominio aún se pueden ver sitios
como Los Paredones en Asia y Uquira en Coayllo. De ahí que los
arqueólogos Rommel Ángeles y Alejo Rojas trabajan la documentación
completa, mientras tanto, en el Museo Municipal Huaca Malena -pueblo
de Capilla de Asia- han diseñado una réplica para que los visitantes
puedan de manera sencilla aprender a contar con el quipu de Asia, el
único reportado en toda la provincia de Cañete.
Tejidos Wari
Asia tiene el privilegio de ser
el centro de los reportes de mayor cantidad de tejidos Wari en toda
la costa peruana. Mediante una investigación seria y paciente, el
arqueólogo Rommel Ángeles Falcón -del Museo Municipal Huaca Malena-
ha identificado 32 técnicas textiles en finos tapices que demuestran
la jerarquía de personajes enterrados en el sitio Huaca Malena.
Lo destacable además de sus
colores también son la gran cantidad de fardos funerarios encontrados.
Por ejemplo, los fardos hombres adultos se hallan vestidos con
camisetas que terminan en flecos, y en la cabeza llevan una bincha de
cestería. Sólo cuando se trata de personajes importantes llevan a la
altura del rostro algunos lacrimales de cobre o plata. En el caso de
las mujeres llevan una túnica sujeta por alfileres de cobre a la
altura de los hombros y de tirantes de lana de variados colores,
además de una faja de cintura y una bolsa con hilos de lana,
identificando la función de tejedoras. Los fardos de niños llevan
envoltura simple de paño de algodón, aunque algunos tejidos asociados
presentan alguna decoración.
Las investigaciones reportaron
un centenar de cadáveres cubiertos hasta con siete fardos
funerarios, en el que fueron enterrados pescadores, tejedoras,
agricultores y personajes de gran prestigio quienes se habrían
relacionado comercial y culturalmente con la costa norte, sierra, la
selva, y costa sur. Entre los hallazgos, también se destacan unos
caballitos de totora encontrados al lado de cada fardo, lo que
confirma la fuerte actividad de pesca artesanal de los antiguos
habitantes de Asia.
Muchos de los tejidos habían
sido abandonados por los huaqueros, y con la campaña “Adopte un
Textil”, unas 80 unidades lucen restaurados en las vitrinas del Museo
Municipal Huaca Malena, en su mayoría gestionados por instituciones
privadas, empresarios, clubes de playas y estudiantes de la
Institución Educativa 20123 de Capilla de Asia, y de los colegios
limeños Franco Peruano y San Silvestre, quienes recolectaron fondos
para ayudar a conservar los tejidos.
Terrazas de Casablanca
Pasando las pampas de Santa
Rosa (al norte del valle) nos topamos con un silencio oceánico y las
luces de una estación experimental biológica ancestral: las terrazas
agrícolas de Casablanca y de Calero. Se trata de unas 500 hectáreas de
lomas donde es posible observar una síntesis de vegetación y un
asentamiento de terrazas que habría servido para los cultivos de
otros tiempos como maíz, papa y otros, todo mediante técnicas de
retención de humedad al reposar las lluvias.
Pero también es en estas
alturas donde se encuentran unos geoglifos que el arqueólogo francés
Fréderic Engel describe en su libro “De las Begonias al Maíz”, y que
después el arqueólogo Rommel Ángeles Falcón del proyecto Huaca Malena
lo comprobó cuando realizaba el inventario de los restos
arqueológicos de Asia. Se trata de unas líneas parecidas a las de
Nasca y que sólo desde el aire sería posible determinar sus figuras y
cuando la zona esté limpia de vegetación.
Engel refiere también que de
Casablanca partía una línea hasta conectarse con los Paredones, el
complejo inca de cuatro muros paralelos que se estiraba pegado al
cerro Largo, al cual se cree fue preparado para realizarse fiestas y
ceremonias, pero de su imponencia ya no queda casi nada tras el
impacto de la actual Panamericana Sur.
La Isla de Asia
La Isla guanera de Asia se
acompaña de siete islotes y en su territorio de 3 929,58 hectáreas
ostenta una rica biodiversidad, pues de los cuatro millones de aves
guaneras que existen en las islas del Perú, en Asia viven 105,000
nada menos. De acuerdo con el monitoreo de la ex PROABONOS (hoy
AgroRural), la Isla se distribuye en 9,800 piqueros, 5,000 guanayes,
1,900 pelícanos, 200 pingüinos de Humboldt, 7,000 zarcillos, 800
gaviotas, 35 lobos de mar y en ocasiones se avistan grupos de
delfines, todo esto a una milla náutica (1,852 metros) de los
balnearios costeros.
Es importante destacar que la
Isla de Asia -única en el litoral cañetano- desde el viernes 1 de
enero de 2010, mediante Decreto Supremo Nº 024-2009-MINAM, el
Ministerio del Ambiente a través del Servicio Nacional de Áreas
Naturales Protegidas (SERNANP) lo declara Reserva Nacional Sistemas
de Isla, Islotes y Puntas Guaneras, sumándose a las 22 islas y 11
puntas guaneras en todo el litoral del país. Esta iniciativa alienta
la preservación, y la Municipalidad de Asia, próximamente la incluirá
de manera responsable en su circuito ecoturístico de pesca submarina,
pesca artesanal, buceo, paseo en kayak que viene diseñando con
especialistas en el tema.
De la Isla de Asia, en 1994 se
recolectaron 7,359 toneladas de guano, y en el 2008 (catorce años
después) se obtuvo 7,300 toneladas del mejor fertilizante natural. Pero
lo que muy pocos saben es que a la Isla de Asia llegó Julio C. Tello
en 1925 y encontró un templo Inca con ofrendas de mujeres decapitadas
y abundante alfarería ceremonial. De a cuerdo con las “Tradiciones
Maleñas” del doctor Saturnino Ruiz Manco, narra que en esta Isla se
adoraba a un dios llamado “Akat”, seguramente apoyado en el cronista
del siglo XVI Cristóbal de Albornoz cuando comenta que “la Isla de
Asia fue una huaca, un lugar sagrado para los antiguos pueblos hasta
la llegada de los españoles”. Actualmente, los vestigios incas se
encuentran sepultados de cara a los balnearios de Asia.
Sarapampa
Sarapampa en voz quechua
significa “pampa del maíz”. Hace unos años, don Alejandro Delzo
Chumpitaz, agricultor del Anexo Esquina de Asia descubrió unas colcas
de maíz morado. Al reportarse este hallazgo se justifica el nombre,
porque lo que se encontró en esta pampa fue precisamente maíz. Se
trata de graneros incas que habrían servido como almacén de semillas
para los nuevos cultivos o como despensa de alimentos (cancha,
chacalla).
Algunas crónicas dicen que las
mujeres se encargaban de enterrar los granos en los médanos al borde
de los cerros, ellas sabían de las condiciones bioclimáticas para que
las semillas no se deshidraten hasta por cinco años, y estén lejos
del alcance de la humedad, los roedores, gorgojos y polillas. Se
trata de lo que dijo el cronista español Pedro Cieza de León que eran
“tributos que por si venía años de esterilidad mandaban abrir los
depósitos y luego en el año de hartura lo volvían a llenar”. Y
después nuestro compatriota el Inca Garcilaso de la Vega añadió que
“en cada pueblo había dos pocitos, en uno se enterraba los granos
para socorrer en años secos, y en el otro pocito se guardaban las
cosechas del Sol y del Inca”.
Aunque ya nadie va a Sarapampa
a enterrar el maíz, algunos pobladores tienen en sus casas algunas
colcas siguiendo la vieja costumbre de guardar los granos bajo arena.
Pero en Sarapampa las dunas arrimadas por el viento han enterrado por
completo los graneros, sin embargo, en una excavación casual develó
hace unos años otro asombroso hallazgo Inca, se trata de una Chuspa
(bolsa inca) de lana listada conteniendo un hermoso tocado con corona
de plumas -al parecer- de gallitos de las rocas, patos y guacamayos.
Pero Sarapampa también es playa
que se estira en unos cinco kilómetros desde Pasamayito al Rincón, y
siempre fue una de las preferidas de los pescadores artesanales. Los
asianos la recorrían a pie o en burro desplegando sus variados
sistemas de pesca artesanal. Era común ver técnicas de cordel como
“el corrido”, “el directo”, “la robadera”, “el espinel”. También la
pesca con redes como “el rodeo”, “el trasmayo”, “el chinchorro”, “la
cala”.
Las Lomas de Asia
Asia se precia en tener unas
ocho mil hectáreas de lomas que se elevan hasta los 400 metros sobre
el nivel del mar, en las que abundan amancaes, mala mujer, tabaco,
ortiga, chave, malva, oreganillo, manzanilla, hierbablanca,
sanjuanito, bolsilla, papa cimarrona, yuquilla, mitos, taras y
guarangos. Todo un banco genético de vida silvestre, e incluso la
flor de piedra y líquenes que sólo existen donde el aire es puro.
Es a partir del mes de mayo
cuando la neblina se arrastra al suelo por efectos de la corriente
fría de Humboldt y la humedad se condensa entre las piedras, cactus y
hasta las telas de araña actúan como atrapaneblinas. Entonces la
vida brota de la tierra y empieza la temporada de lomas, así llegan
los zorros, lagartijas, lechuzas, chirotes, tórtolas, aguiluchos,
cernícalos, pamperitos y el turtupilín. En otros tiempos se avistaban
venados y vizcachas. Pero en las lomas también hay pequeños ojos de
agua, en el lado norte se encuentran “Puquio salado”, “Hierbabuena” y
“El Sauce”; y en el sector sur son conocidos como “Gonzalío” y
“Puquio viejo”.
Las lomas al norte del valle
reciben nombres como Casablanca, Calero, Hierbabuena, El Sauce,
Perico, Casagrande, El Tarito, Pacay. Las lomas al sur se conocen
como Quilmaná, Pacay, Lúcumo, Cayará, Ancapuquio, Páchika,
Guaranguito. Se podría decir que las lomas de Asia son una de las
pocas sobrevivientes de la costa peruana, pues en los últimos 500
años han desparecido un millón de hectáreas de lomas por el
sobrepastoreo, la extracción de árboles para leña, la explotación de
minerales y el abandono a su suerte.
La Comunidad de Asia es la
heredera de las lomas, y si decide administrarla como Área de
Conservación Privada no sólo sería la primera en toda la costa del
Perú, sino que sus beneficios económicos serían enormes por la
demanda del mercado de taras y lúcumas, además de la generación de
puestos de trabajo y de los servicios ambientales que significa
reforestar y abrir un circuito ecoturístico, tal como lo plantean las
voluntarias del Cuerpo de Paz y que la Municipalidad de Asia tiene a
bien apoyar la iniciativa de manera sostenible.
Puquio Salado
Antes de llegar a las lomas de
Casablanca -desde Santa Rosa- se pasa primero por Puquio Salado, un
ojo de agua dulce en pleno desierto al norte del valle que hasta
mediados del siglo pasado abastecía a los habitantes de Santa Rosa, El
Platanal, La Isla y Capilla de Asia.
De aquellos años son muy pocos
los habitantes que recuerdan las hazañas de conseguir agua dulce en
este valle seco. La señora Francisca Ramos Quispe, con 72 años de
edad, de niña, ella arreaba su burrito cargado de porongos en busca
de la única fuente de supervivencia y lo repetía incansablemente
todos los días del año. Después se perforaron el subsuelo y elevaron
chorros de agua mediante motores de bombeo. Entonces, Puquio Salado
pasó al olvido.
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