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MARATON

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domingo, 1 de junio de 2014

DISTRITO DE ASIA CAÑETE Y SUS ZONAS TURISTICAS

.: LUGARES TURISTICOS

Museo Municipal Huaca Malena
Museo Huaca Maleña
El Museo Municipal Huaca Malena cuenta con una sala de exposición y gabinetes. La museografía fue diseñada por Brunella Scavia, Luis Repetto y Rodolfo Vera de ICOM Perú. El museo fue inaugurado el 24 de junio del año 2001 con la presencia de destacadas personalidades siendo sus padrinos la Doctora María Rostworowski y el Dr. Luis Repetto Málaga.

La exposición está orientada a dar a conocer los principales hallazgos encontrados en Huaca Malena y presentar los tejidos más destacados recuperados gracias al programa "Adopte un Textil".
La conservación de los tejidos de Huaca Malena ha sido posible gracias al apoyo voluntario de instituciones, personas naturales y en especial estudiantes de los colegios Franco Peruano, San Silvestre y Capilla de Asia, quienes han auspiciado los trabajos de restauración de estos textiles a través del Programa “Adopte un Textil” que promueve el Comité Peruano del Consejo Internacional de Museos (ICOM – Perú).
El Museo Huaca Malena también ha realizado algunas publicaciones denominadas Cuadernos del Patrimonio Cultural, en el que se desarrolla contenidos culturales y arqueológicos del valle de Asia.
Sitio Arqueológico Huaca Malena
Huaca Maleña
Huaca Malena (700-1,100 d.C.), es un edificio construido con adobes hemicilíndricos elaborados a mano que se eleva a seis plataformas, y que tuvo dos etapas principales de ocupación. Primero sirvió como centro ceremonial y administrativo en el periodo final de los Desarrollos Regionales, es decir, en sus inicios fue un monumento religioso local contemporáneo a la cultura Moche en la costa norte y también a la cultura Nasca en el sur.
Después de perder importancia política en el valle, pasó al abandono cuando corría el siglo V, y entonces los Wari se hicieron dueños de la parte superior del complejo y finalmente los Incas lo convirtieron en un gran cementerio. Fréderic-André Engel cuando estuvo por este valle en 1959 le dio un fechado radiocarbónico de de 950 años después de Cristo. Hoy es el centro de las investigaciones arqueológicas que ha reportado unos 4 mil tejidos Wari, convirtiéndolo en el sitio con mayor cantidad de ejemplares en la costa del país.
Malena es una huaca artificial que se encuentra asentada sobre una gran roca madre. Si bien no se sabe a qué se debe el nombre de Malena, se sigue la hipótesis de que proviene de la expresión “malera” por las evidencias de haberse realizado prácticas de hechicería y espacios ocultos, encontrándose sepulturas de llamas jóvenes cubiertas con una capa de espinas de guarango, estacas y matecitos con hojas de coca. Es lo que el ilustre médico e investigador peruano, Fernando Cabieses, dijo una vez que los brujos encontraron en Huaca Malena, el lugar ideal para concretar sus ritos védicos.
Las primeras investigaciones se remontan a 1925, cuando el padre de la arqueología peruana Julio C. Tello, acompañado de su discípulo Toribio Mejía Xesspe, excavaron en Huaca Malena y de sus plataformas superiores recuperaron 309 fardos funerarios que fueron entregados al Museo Nacional de Antropología y Arqueología. Ellos, a partir del hallazgo, le asignaron al sitio una ocupación Wari y a las tumbas una presencia Inca.
El Quipu de Asia
El Quipu de Asia
Si no se hubiera encontrado el Quipu Inca, no se tendría la suficiente información para documentar la ocupación Inca en este valle. Según las investigaciones preliminares del arqueólogo Alejo Rojas Leiva -especialista en quipus de la Universidad Nacional Federico Villarreal- sostiene que el valle se constituía de 8,800 habitantes y que cada familia la conformaba cinco personas. Al hacer la lectura del quipu de Asia, revela que del total de la población, se estima habían 500 mineros, 500 tejedores, 250 artesanos, 250 soldados, 13 pastores, y 13 productores, lo que en buena cuenta sumaban 1,776 tributarios.
La interpretación de Rojas se basa en los testimonios de quipucamayocs (incas especializados en quipus) confesados a los conquistadores españoles que el quipu (nudo en quechua) servía para guardar datos estadísticos relacionados con los censos poblacionales, tributos, cantidades de productos agropecuarios, trabajos en las llamadas mitas.
Como se sabe, los incas se asentaron en este valle, y de aquel dominio aún se pueden ver sitios como Los Paredones en Asia y Uquira en Coayllo. De ahí que los arqueólogos Rommel Ángeles y Alejo Rojas trabajan la documentación completa, mientras tanto, en el Museo Municipal Huaca Malena -pueblo de Capilla de Asia- han diseñado una réplica para que los visitantes puedan de manera sencilla aprender a contar con el quipu de Asia, el único reportado en toda la provincia de Cañete.
Tejidos Wari
Tejidos
Asia tiene el privilegio de ser el centro de los reportes de mayor cantidad de tejidos Wari en toda la costa peruana. Mediante una investigación seria y paciente, el arqueólogo Rommel Ángeles Falcón -del Museo Municipal Huaca Malena- ha identificado 32 técnicas textiles en finos tapices que demuestran la jerarquía de personajes enterrados en el sitio Huaca Malena.
Lo destacable además de sus colores también son la gran cantidad de fardos funerarios encontrados. Por ejemplo, los fardos hombres adultos se hallan vestidos con camisetas que terminan en flecos, y en la cabeza llevan una bincha de cestería. Sólo cuando se trata de personajes importantes llevan a la altura del rostro algunos lacrimales de cobre o plata. En el caso de las mujeres llevan una túnica sujeta por alfileres de cobre a la altura de los hombros y de tirantes de lana de variados colores, además de una faja de cintura y una bolsa con hilos de lana, identificando la función de tejedoras. Los fardos de niños llevan envoltura simple de paño de algodón, aunque algunos tejidos asociados presentan alguna decoración.
Las investigaciones reportaron un centenar de cadáveres cubiertos hasta con siete fardos funerarios, en el que fueron enterrados pescadores, tejedoras, agricultores y personajes de gran prestigio quienes se habrían relacionado comercial y culturalmente con la costa norte, sierra, la selva, y costa sur. Entre los hallazgos, también se destacan unos caballitos de totora encontrados al lado de cada fardo, lo que confirma la fuerte actividad de pesca artesanal de los antiguos habitantes de Asia.
Muchos de los tejidos habían sido abandonados por los huaqueros, y con la campaña “Adopte un Textil”, unas 80 unidades lucen restaurados en las vitrinas del Museo Municipal Huaca Malena, en su mayoría gestionados por instituciones privadas, empresarios, clubes de playas y estudiantes de la Institución Educativa 20123 de Capilla de Asia, y de los colegios limeños Franco Peruano y San Silvestre, quienes recolectaron fondos para ayudar a conservar los tejidos.
Terrazas de Casablanca
Terrazas de Casa Blanca
Pasando las pampas de Santa Rosa (al norte del valle) nos topamos con un silencio oceánico y las luces de una estación experimental biológica ancestral: las terrazas agrícolas de Casablanca y de Calero. Se trata de unas 500 hectáreas de lomas donde es posible observar una síntesis de vegetación y un asentamiento de terrazas que habría servido para los cultivos de otros tiempos como maíz, papa y otros, todo mediante técnicas de retención de humedad al reposar las lluvias.
Pero también es en estas alturas donde se encuentran unos geoglifos que el arqueólogo francés Fréderic Engel describe en su libro “De las Begonias al Maíz”, y que después el arqueólogo Rommel Ángeles Falcón del proyecto Huaca Malena lo comprobó cuando realizaba el inventario de los restos arqueológicos de Asia. Se trata de unas líneas parecidas a las de Nasca y que sólo desde el aire sería posible determinar sus figuras y cuando la zona esté limpia de vegetación.
Engel refiere también que de Casablanca partía una línea hasta conectarse con los Paredones, el complejo inca de cuatro muros paralelos que se estiraba pegado al cerro Largo, al cual se cree fue preparado para realizarse fiestas y ceremonias, pero de su imponencia ya no queda casi nada tras el impacto de la actual Panamericana Sur.
La Isla de Asia
Isla de Asia
La Isla guanera de Asia se acompaña de siete islotes y en su territorio de 3 929,58 hectáreas ostenta una rica biodiversidad, pues de los cuatro millones de aves guaneras que existen en las islas del Perú, en Asia viven 105,000 nada menos. De acuerdo con el monitoreo de la ex PROABONOS (hoy AgroRural), la Isla se distribuye en 9,800 piqueros, 5,000 guanayes, 1,900 pelícanos, 200 pingüinos de Humboldt, 7,000 zarcillos, 800 gaviotas, 35 lobos de mar y en ocasiones se avistan grupos de delfines, todo esto a una milla náutica (1,852 metros) de los balnearios costeros.
Es importante destacar que la Isla de Asia -única en el litoral cañetano- desde el viernes 1 de enero de 2010, mediante Decreto Supremo Nº 024-2009-MINAM, el Ministerio del Ambiente a través del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (SERNANP) lo declara Reserva Nacional Sistemas de Isla, Islotes y Puntas Guaneras, sumándose a las 22 islas y 11 puntas guaneras en todo el litoral del país. Esta iniciativa alienta la preservación, y la Municipalidad de Asia, próximamente la incluirá de manera responsable en su circuito ecoturístico de pesca submarina, pesca artesanal, buceo, paseo en kayak que viene diseñando con especialistas en el tema.
De la Isla de Asia, en 1994 se recolectaron 7,359 toneladas de guano, y en el 2008 (catorce años después) se obtuvo 7,300 toneladas del mejor fertilizante natural. Pero lo que muy pocos saben es que a la Isla de Asia llegó Julio C. Tello en 1925 y encontró un templo Inca con ofrendas de mujeres decapitadas y abundante alfarería ceremonial. De a cuerdo con  las “Tradiciones Maleñas” del doctor Saturnino Ruiz Manco, narra que en esta Isla se adoraba a un dios llamado “Akat”, seguramente apoyado en el cronista del siglo XVI Cristóbal de Albornoz cuando comenta que “la Isla de Asia fue una huaca, un lugar sagrado para los antiguos pueblos hasta la llegada de los españoles”. Actualmente, los vestigios incas se encuentran sepultados de cara a los balnearios de Asia.
Sarapampa
Sarapampa
Sarapampa en voz quechua significa “pampa del maíz”. Hace unos años, don Alejandro Delzo Chumpitaz, agricultor del Anexo Esquina de Asia descubrió unas colcas de maíz morado. Al reportarse este hallazgo se justifica el nombre, porque lo que se encontró en esta pampa fue precisamente maíz. Se trata de graneros incas que habrían servido como almacén de semillas para los nuevos cultivos o como despensa de alimentos (cancha, chacalla).
Algunas crónicas dicen que las mujeres se encargaban de enterrar los granos en los médanos al borde de los cerros, ellas sabían de las condiciones bioclimáticas para que las semillas no se deshidraten hasta por cinco años, y estén lejos del alcance de la humedad, los roedores, gorgojos y polillas. Se trata de lo que dijo el cronista español Pedro Cieza de León que eran “tributos que por si venía años de esterilidad mandaban abrir los depósitos y luego en el año de hartura lo volvían a llenar”. Y después nuestro compatriota el Inca Garcilaso de la Vega añadió que “en cada pueblo había dos pocitos, en uno se enterraba los granos para socorrer en años secos, y en el otro pocito se guardaban las cosechas del Sol y del Inca”.
Aunque ya nadie va a Sarapampa a enterrar el maíz, algunos pobladores tienen en sus casas algunas colcas siguiendo la vieja costumbre de guardar los granos bajo arena. Pero en Sarapampa las dunas arrimadas por el viento han enterrado por completo los graneros, sin embargo, en una excavación casual develó hace unos años otro asombroso hallazgo Inca, se trata de una Chuspa (bolsa inca) de lana listada conteniendo un hermoso tocado con corona de plumas -al parecer- de gallitos de las rocas, patos y guacamayos.
Pero Sarapampa también es playa que se estira en unos cinco kilómetros desde Pasamayito al Rincón, y siempre fue una de las preferidas de los pescadores artesanales. Los asianos la recorrían a pie o en burro desplegando sus variados sistemas de pesca artesanal. Era común ver técnicas de cordel como “el corrido”, “el directo”, “la robadera”, “el espinel”. También la pesca con redes como “el rodeo”, “el trasmayo”, “el chinchorro”, “la cala”.
Las Lomas de Asia
Lomas de Asia
Asia se precia en tener unas ocho mil hectáreas de lomas que se elevan hasta los 400 metros sobre el nivel del mar, en las que abundan amancaes, mala mujer, tabaco, ortiga, chave, malva, oreganillo, manzanilla, hierbablanca, sanjuanito, bolsilla, papa cimarrona, yuquilla, mitos, taras y guarangos. Todo un banco genético de vida silvestre, e incluso la flor de piedra y líquenes que sólo existen donde el aire es puro.
Es a partir del mes de mayo cuando la neblina se arrastra al suelo por efectos de la corriente fría de Humboldt y la humedad se condensa entre las piedras, cactus y hasta las telas de araña actúan como atrapaneblinas. Entonces la vida brota de la tierra y empieza la temporada de lomas, así llegan los zorros, lagartijas, lechuzas, chirotes, tórtolas, aguiluchos, cernícalos, pamperitos y el turtupilín. En otros tiempos se avistaban venados y vizcachas. Pero en las lomas también hay pequeños ojos de agua, en el lado norte se encuentran “Puquio salado”, “Hierbabuena” y “El Sauce”; y en el sector sur son conocidos como “Gonzalío” y “Puquio viejo”.
Las lomas al norte del valle reciben nombres como Casablanca, Calero, Hierbabuena, El Sauce, Perico, Casagrande, El Tarito, Pacay. Las lomas al sur se conocen como Quilmaná, Pacay, Lúcumo, Cayará, Ancapuquio, Páchika, Guaranguito. Se podría decir que las lomas de Asia son una de las pocas sobrevivientes de la costa peruana, pues en los últimos 500 años han desparecido un millón de hectáreas de lomas por el sobrepastoreo, la extracción de árboles para leña, la explotación de minerales y el abandono a su suerte.
La Comunidad de Asia es la heredera de las lomas, y si decide administrarla como Área de Conservación Privada no sólo sería la primera en toda la costa del Perú, sino que sus beneficios económicos serían enormes por la demanda del mercado de taras y lúcumas, además de la generación de puestos de trabajo y de los servicios ambientales que significa reforestar y abrir un circuito ecoturístico, tal como lo plantean las voluntarias del Cuerpo de Paz y que la Municipalidad de Asia tiene a bien apoyar la iniciativa de manera sostenible.
Puquio Salado
Antes de llegar a las lomas de Casablanca -desde Santa Rosa- se pasa primero por Puquio Salado, un ojo de agua dulce en pleno desierto al norte del valle que hasta mediados del siglo pasado abastecía a los habitantes de Santa Rosa, El Platanal, La Isla y Capilla de Asia.
De aquellos años son muy pocos los habitantes que recuerdan las hazañas de conseguir agua dulce en este valle seco. La señora Francisca Ramos Quispe, con 72 años de edad, de niña, ella arreaba su burrito cargado de porongos en busca de la única fuente de supervivencia y lo repetía incansablemente todos los días del año. Después se perforaron el subsuelo y elevaron chorros de agua mediante motores de bombeo. Entonces, Puquio Salado pasó al olvido.

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